La debilidad es algo tan, pero tan normal que a veces creemos que no existe. ¿Que por qué? Ojalá lo supiera. Ojalá supiera tantísimas cosas... Ojalá supiera lo que piensas cuando me miras como me miras, con ojos de corderito degollado o con los que me comen entera. Que quizás yo no sé de muchas cosas de la vida —y a veces debo aceptar que realmente no sé nada— pero que estoy dispuesta a ir poco a poco, a dar un paso tras otro.
A veces ni yo controlo. A veces explotas, eres una bomba atómica que arrasa con todo, con lo que quieres y lo que no —aunque, aceptémoslo, siempre es con lo que quieres—. Y si pierdes lo que más quieres, ¿qué te queda? ¿Quiénes te acompañan cuando más sola te sientes? ¿Qué ojos te tranquilizan cuando los nervios te comen por dentro?
Las lágrimas no están para que caigan por tus mejillas sin razón, pero tampoco necesitan de espectadores que las observen resbalar. No son como ese árbol que cae en medio de un bosque vacío. ¿Hace ruido? ¿Está? Las lágrimas están, y conforman esa vidriosa cubierta sobre la que depositas tu mirada. Las ves o no; las ven o no. ¿Acaso importa? Quizás no. Quizás lo que realmente importa es la gran causa de la lluvia...
Ojalá lo supiera todo... o quizás preferiría no hacerlo. Quizás prefiero enfrentarme a lo desconocido con tal de encontrarme contigo al abrir la puerta, en plan sorpresa. Quizás lo mejor sería equivocarme una vez sí y otra no, en vez de arrepentirme por no haberlo hecho cuando tuve la ocasión. Porque la probabilidad de que al tirar una moneda salga cruz es igual a la probabilidad de que salga cara, y que si la carretera se bifurca en dos, siempre habrá brisas a favor y huracanes en contra. Porque aquí en el mundo real —donde, por cierto, vivo solo de vez en cuando— no regalan nada y se lucha por todo.
Puede que ser fuerte sea tan relativo como el miedo, como la gravedad o como la visión de todas las cosas, pero siempre hay cosas estables. Siempre hay determinación en la duda, transparencia en lo turbio y visibilidad en lo nublado; siempre hay un punto de apoyo que sostiene a la torre tambaleante, y siempre encontramos una pupila a la que aferrarnos cuando todo a nuestro alrededor da vueltas.
Porque unos ojos son algo inigualable. Porque si me miras me derrito, porque es debilidad.
¿Que las debilidades no existen? Ojalá. De esa manera, quizás tu mirada no haría temblar mis piernas como una princesita en peligro. Quizás unos ojos tienen más poder que cualquier otra propiedad, y que controlen a una persona hasta límites insospechables; pueden generar adicción y retirarse para que el síndrome de abstinencia haga mella en cuerpos (débiles) como el mío.
Porque echo de menos esa mirada, y la espera se me puede hacer eterna.
ME ENCANTOOOOOOOOOOOO ESTA ENTRADA, hay muchas partes realmente que me gustaria poder citar en este comentario que fueron las mejores. Puedo decir que aveces es mejor no saber, no porque sea bueno vivir en una mentira, sino porque es dificil cargar con tanta verdad que necesariamente no es solo alegria y felicidad. Creo que el mundo esta hecho de tal manera que vayamos periodicamente asimilando verdades y no todo de golpe (aunque aveces falla su plan). En fin, tu entrada es muy buena a mi parecer, te sigo definitivamente!!!
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