13.10.12

No quiero un final feliz.

Todavía recuerdo cuando cruzamos nuestras miradas por primera vez. ¡Cómo olvidarlo! Fue un caos. Una explosión en la que se mezcló el cielo de tus ojos y la tierra de los míos. Éramos el mundo, únicos, todo. No me daba cuenta de que mis amigas hablaban de aquel actor guapísimo que acababa de estrenarse en el cine. Sí, ese que parecía un príncipe. Y tú pasabas totalmente de tu grupo, hablando de la fiesta de aquel viernes de junio, en vísperas de vacaciones de verano. Sólo tenías ojos para mí, y sobra decir que yo no me quedaba atrás.
Así pasaron cinco días. 120 horas en las que pudimos encontrarnos tantas veces como es posible en un barrio como el nuestro. Tu no te lanzabas. Yo no me atrevía. Pero el aire entre los dos bancos de aquel parque estaba plagado de miradas secretas, sonrisas furtivas y sentimientos perdidos entre los hilos de la razón y el miedo. Hasta que ese día, te tropezaste conmigo. Tranquilo, nunca creí que en un camino tan ancho como ese no hubiera espacio para dos. Pero fue perfecto. Surgió todo. Por ejemplo, recuerdo la salida al cine. Los nervios antes de llegar, las tontas dudas acerca de la película, las miradas de reojo, los deseos contenidos. Y después las invitaciones a la acogedora cafetería de la esquina. Esa que muy pocos conocían. Y el beso. Allí, en el parque donde conteníamos las emociones, donde nos conocimos "por accidente", sentados en la espalda de un banco una noche de verano, imaginariamente solos. Porque había más gente a nuestro alrededor pero, como siempre que estábamos juntos, habían desaparecido.
Tampoco podré olvidar los días en la playa. Incluso ese día en que me dijiste en un susurro un "te quiero" sincero y dulce. Dos palabras que surcaron la noche y brillaron como estrellas. Eran esperanza de algo más.
Incluso me leíste un trocito de Blancanieves. Sabías que me encantaba. Pero te sorprendiste mucho cuando te dije que no me parecía bien el final. Que sí, que era un bonito final, donde el príncipe y la princesa vivían felices y comían perdices, pero que yo no quería eso. No quería ser como esos libros. Quería a un chico que me quisiera por como era; que me protegiera contra cualquier adversidad; que me llevara hasta lugares que nunca imaginé; que se atreviera a ver películas románticas conmigo; que me despertara con un beso y un "buenos días guapísima". No quería que huyéramos en un corcel hacia en horizonte, porque no me gustan los caballos; ni tampoco que lucharas contra una bruja, porque me parecía irreal. Yo quería algo verdadero, bonito y sincero, pero manteniendo siempre los pies en el suelo. Porque quería soñar, pero no abusar de ello. 
Yo no quería un final feliz. Simplemente no quería un final, quería un para siempre.


6.10.12

No me queda nada.


"La chica suspiró y miró hacia un lado, intentando llegar a una respuesta. Intentado encontrar un ganador para esa lucha interna que se libraba entre la razón y el corazón. Pero él no se rendía, y le cogió suavemente la barbilla girándosela para que lo mirase, encontrándose, así, con los ojos marrones de la joven anegados de lágrimas.

-Si tú no me crees, no me queda nada.

Blanca no pudo más. Lo abrazó. Porque estaba nerviosa, desesperada y asustada. Porque él la hacía sentir segura, confiada y protegida. Porque muy en el fondo, le creía. Él le rodeó la cintura con sus brazos y le acarició delicadamente la espalda en un intento de consuelo. Dejó que llorara sobre su hombro. Así. juntos, podrían superarlo."

¿Me perdonarías si te diera un beso?


"Él se echó hacia atrás. Ella lo imitó. Sobre ellos sólo estaba el cielo anaranjado, los árboles los rodeaban. Tan verdes como siempre, tan llenos de vida que costaba creer que no pudieran hablar.

-A veces siento que la naturaleza quiere contarme algo.
-¿Sí? -rió la chica- A mi no me suele pasar...
-Sí. Escucha. Los pájaros, las ramas... El viento. Cierra los ojos, olvídalo todo.
-¿Así? -preguntó Blanca con los ojos cerrados
-¡Perfecto! Eres buena alumna... -bromeó
-Y tú un buen profesor, entonces.
-¿Lo sientes?

Blanca dudó. ¿Qué tenía que sentir? ¿La naturaleza o a él cerca? Su interior lo tenía claro: a él, aunque no se entregaría tan rápido a nadie. Era una chica delicada, no debían hacerle daño.

-Sí... Algo siento.
-Piensa en dónde estas. En cómo estás. Imagínate flotando. No puedes caerte, yo te sujetaría.
-¿Y si no pudieras cogerme a tiempo?
-En las ilusiones vale todo...

Abrió los ojos. Él estaba a su lado, como había pensado. Puso una mano encima de la de la chica. Le sonrió. El corazón le latía rápido, como si quisiera salir del pecho y entregarse a él. Más sonrisas.

-¿Me perdonarías si te diera un beso?

Ella no sabía que contestar. Entonces, él se acercó. Y un poco más. Y estaban solos, sin que nadie los parara. Fue un beso corto. Sólo juntaron sus labios unos segundos, pero fueron suficientes para que ella se diera cuenta de que merecía la pena."

***

¡Texto compartido con una amiga que quiero un montón! Su blog es: http://aesiy123.blogspot.com.es/
¡Un besito!